“El cazador de barro”, de Miguel Canseco
Benvolguts i benvolgudes amants de l’art, presentem la propera exposició que tindrà lloc a ESPAI TÒNIC, de la mà de MIGUEL CANSECO, artista polifacètic i multidisciplinari que ens presenta una col·lecció de trofeus de terrissa sota el títol “El Cazador de Barro“.
“El cazador de barro”
del 24 d’abril al 23 de juliol 2022
Inauguració: 24 d’abril a les 12.00 h
a Espai Tònic
Tothom benvingut, obert i sense reserva
Posteriorment imprescindible visites amb cita prèvia
Contactanr per telèfon, whatsapp o e-mail:
972 64 24 21 / 639 32 97 28
espai@tonic.cat
Fa cinc anys, i també amb motiu de la celebració del Dia de l’Art, vam tenir Miguel Canseco, a Espai Tònic amb una trencadora proposta que va venir a anomenar-se “El artista muerto“.
Canseco, l’artista, és tot un univers de diversitat, valgui la contraposició per donar èmfasi al desbordant món creatiu que mostra aquest pacense establert a Girona i amb els peus ben assentats a la terra.
En aquesta ocasió la seva proposta no són aquelles aquarel·les de llargs metres de longitud que ens va presentar fa cinc anys, sinó un elenc de trofeus cinegètics plens de paquiderms, realitzats a partir de la terrisseria.
Per sostenir aquest delirant acte de caça, s’amaga darrere de Romero Montaño de Villaplana Pérez, “l’últim gran caçador blanc”, un home retirat, d’edat desconeguda, metre vuitanta-quatre d’estatura, noranta quilos de pes, cabell castany, ulls verd oliva/marró mel i una Mauser-M98 amb què ha donat caça a més de 3700 animalons, dentre ells rares espècies que alhora que les descobria les esquilmava de la faç de la terra.
Després de 55 anys d’activitat furtiva, tota una vida dedicada a la cinegètica, i ja a l’ocàs de la seva agitada existència, Romero Montaño de Villaplana Pérez, s’ha decidit a mostrar una exuberant col·lecció privada, composta pels trofeus obtinguts de “rares espècies, algunes de les quals amb prou feines són nomenades en els incunables de biologia, espècies extingides, o suposadament extingides, inexistents o directament espècies inversemblants fins i tot per a la criptozoologia.”
[ba_Ro] estudi ceràmic amb David Rosell i Anna Ballester
Lur Ceràmica artìstica amb Gemma Lacalle i Igor Garai
Joan Rabentós Ceràmica
Martin Ley Ceràmica
Carlets
Gemma Raurell
Javier Garcés
que les intervindran per passar a ser exposades finalment a Espai Tònic al costat de la col·lecció privada original de Romero Montaño de Villaplana Pérez.
Aquesta mostra ja es va exposar amb anterioritat a Múrcia al Centre Pàrraga, i posteriorment té prevista la seva itinerància per altres centres d’art que vulguin acollir-la a la seva programació.
I sense més que afegir, per a aquells que sentin curiositat pel personatge, us deixem amb una entrevista que Carmen Mesa García li va fer amb motiu de la seva exposició
ROMERO MONTAÑO DE VILLAPLANA PÉREZ
“El hombre es cazador por naturaleza y estoy convencido de que esta profesión es la más bonita del mundo”
Al llegar al edificio, un asistente nos conduce hasta la sala en la que nos vamos a encontrar con el entrevistado. Un olor particular inunda todo el espacio y se va haciendo más intenso conforme nos acercamos al lugar del encuentro, su taller de taxidermia particular. Allí, rodeado de numerosas piezas preparadas para ser trasladadas al Centro Párraga de Murcia, donde tendrá lugar su próxima exposición, nos espera Romero Montaño de Villaplana Pérez. Se disculpa un momento, sale a hacer una llamada y al cabo de un instante aparece con otra ropa y un aspecto impecable: recién afeitado, con un fino bigote de los que hace mucho que no se llevan y ataviado con pantalón largo verde caqui y camisa de lino color camel.
Tras disculparse brevemente por la demora, nos apremia a echar un vistazo a algunas de las piezas del taller, aún sin empaquetar. Luego nos guía a su despacho en una gran sala anexa y nos invita al fotógrafo y a mí (usted primero, señorita) a sentarnos en un sofá antiguo que parece sacado del decorado de una de las películas en las que participó. Acto seguido se deja caer sobre un sillón enfrente del nuestro, más alto, más robusto. Parece que hubiera preparado el escenario para la ocasión. Recorro con la vista las paredes y el suelo de la habitación y observo que las pieles y cabezas de animales singulares decoran toda la estancia. Termino con la mirada clavada en el sillón y ahí está él, el Último Gran Cazador Blanco. Le ofrezco un cigarrillo, lo que únicamente me sirve llevarme una reprimenda porque “a un cazador que se precie nunca se le ocurriría fumar cerca de su taller”. Y así, el hombre con la trayectoria cinegética más longeva de todo el mundo cruza las piernas mientras me mira fijamente con la mirada fría y media sonrisa, como si quisiera
retarme o peor aún, como si pensase en mí como su próxima presa sobre la que imagina cuál será la mejor forma de dar caza. Enciendo la grabadora y comenzamos la entrevista, la primera que concede tras muchos años alejado de los medios de comunicación.
Usted conoce a altos cargos de los países de prácticamente medio mundo. En muchos de esos lugares ha conseguido fama y notoriedad, y le han bautizado con numerosos nombres como N´yippe Togo (Olfato de can) en el Congo o Totomami (El que todo lo devora), en Namibia. ¿Con cuál de todos esos apodos se identifica más?
R.M.: En primer lugar, permítame decirle, señorita, que se queda corta al decir que conozco a gente influyente en medio mundo. Yo diría que prácticamente en el mundo entero (Risas). O, al menos, en la parte de este planeta en la que merece la pena tener amistad con ciertas personas. Y… Perdona, se me ha olvidado lo que me dijiste después.
Le hablaba de los nombres que…
R.M.: ¡Ah, sí! Pues mire, ninguno de ellos me lo han puesto por casualidad. Le contaré una
anécdota: hace ya lustros di caza a mi primer león en el parque del Serengueti en Tanzania. Era un ejemplar único, el más grande que había visto hasta el momento y que vería nunca. Era solitario y merodeaba por los poblados atemorizando a todos, mujeres, hombres, niños, daba igual. Tuvieron que dejar de reunirse por las noches, ¿sabes? Tenían que esconderse y salir siempre en grupo y armados con machetes. Los ataques eran constantes y se contaban historias que a usted no le dejarían dormir. Parecía invencible, todos los esfuerzos de los exploradores por darle caza acabaron en fracaso e incluso en tragedia. Pero yo me lo tomé muy en serio y lo estuve siguiendo con enorme sigilo durante varias jornadas de caza. Conseguí ver cómo remataba a una cebra a escasos metros de mí. Y así pude acabar con él. Recuerdo los cánticos de júbilo de los jóvenes y los regalos. Fue entonces cuando me apodaron como Katanga Nuli, que quiere decir “el sigiloso entre
las sombras”. Creo que este es mi favorito, quizá por ser el primero.
Usted no sólo es Romero Montaño de Villaplana Pérez. Es el Último Gran Cazador Blanco. ¿Dónde acaba el mito y empieza el hombre?
R.M.: Soy el hombre con la carrera cinegética más longeva de la historia de la humanidad. Antes incluso de que tú nacieras ya había batido muchísimos récords. Siendo un niño vi cómo un leopardo mataba a mi padrastro y desde aquel momento me he visto en situaciones que tú ni siquiera podrías llegar a imaginar y en todas ellas no solo he sobrevivido, sino que he salido más fuerte. He alcanzado lugares inhóspitos en los que he cazado animales que nadie había visto antes. Más de 10.000 piezas han caído ante mi Máuser. ¿Qué dónde acaba el mito? (Sonríe). No acaba.
55 años de actividad furtiva y más de 10.000 animales cazados le han llevado a evitar los focos mediáticos constantemente. Sin embargo, dentro de poco inaugura una exposición de parte de su obra en el centro Párraga de Murcia. Allí no pasará desapercibido y será el centro de atención de mucha gente. ¿Por qué ahora?
R.M.: Verá, es algo en lo que he estado pensando mucho. He trabajado para grandes personalidades, buenos amigos casi todos. He recorrido todo el mundo descubriendo especies nuevas y encontrando otras que se creían extintas. Soy reconocido y respetado en muchos lugares. Además, estoy convencido de que mi profesión, mi pasión, es probablemente la más bonita del mundo y últimamente se está desprestigiando con tanto moderno que quiere dar lecciones de moralidad.
No conozco a nadie que ame y respete la naturaleza más que yo. Así que, ¿para qué continuar dando largas a periodistas como tú que no paran de intentar que hable? (Risas). Si los que todavía no me conocen quieren hacerlo, aquí estoy. Este es el Último Gran Cazador Blanco y ahí van a tener mi colección. A esto he dedicado toda mi carrera y mi vida.
Esa visión suya del respeto por la naturaleza genera mucha controversia y le ha procurado numerosos enemigos. ¿Qué le diría usted a sus detractores?
R.M.: Que no tienen ni idea. El hombre es cazador por naturaleza. Solo hay que echar la vista atrás en la historia para ver que no solo ha sido la forma de supervivencia del individuo, va mucho más allá. Es algo intrínseco a nuestra condición de seres humanos y que está profundamente arraigado en nuestro acervo cultural. Y no solo eso. La caza es imprescindible para mantener en equilibrio a la naturaleza y al hábitat de muchas especies, por no hablar de la magia indescriptible de abatir una pieza. Quien no entienda esto es que no entiende la vida. Dígaselo a quienes tienen la osadía de despreciar mi profesión.
Como ya ha comentado, ha dedicado toda su vida a la actividad cinegética. Supongo que lo que habrá en la exposición será solo una muestra. Así que, ¿qué tipo de piezas se podrán ver?
R.M.: Forman parte de mi colección privada y son todas piezas únicas, eso desde luego. La mayoría fueron capturadas en regiones remotas de África, Asia, Sudamérica y también Australia. Criaturas extrañas y hermosas que pude encontrar gracias a mi intuición y mi experiencia previa como cazador en condiciones extremas. Un currenque, un piricuto, una boyuya… Es una colección personal de trofeos que para mí tienen un valor incalculable. Muchos de estos especímenes sólo cuentan con descripciones en antiguos libros de fauna salvaje. No puedo decir mucho más, prefiero que vayan a verlas. Lo que sí puedo asegurarle es que no dejarán indiferente a una sola persona que pase por allí. Dará mucho de qué hablar.
¿En qué momento dejó a un lado la caza de animales comunes que la mayoría podemos reconocer y se interesó por estas especies extrañas?
R.M.: Puede que sea usted muy joven para entenderlo, pero cuando uno lleva muchos años
inmerso en una historia, y sobre todo si eres una persona con ciertas inquietudes, llega un momento en que se quiere más. Desde niño leía historias de grandes exploradores europeos y americanos que viajaban por África descubriendo lugares y cazando especies a las que ningún hombre blanco había dado caza antes y soñaba ser como ellos. Encontrar sitios sin explorar era cada vez más difícil pero eso no iba a detenerme. Por ejemplo, estuve años persiguiendo el rastro de un arzapilili sobre el que había leído en un relato y del que apenas había indicios de que existiera. Hasta que lo encontré. Un ejemplar precioso que guardo con mucho cariño y que podrán ver en la exposición. No ha sido fácil completar esta colección de la que no podría estar más orgulloso.
Tras la respuesta, Romero Montaño se levanta de su sillón y da por concluida la entrevista aun cuando le pido que conteste algunas preguntas más. Está claro que quiere hacernos ver quién manda, quién marca el ritmo y los tiempos. Es el Último Gran Cazador Blanco y el último en tener la palabra. Tras invitarnos a la inauguración de la exposición el próximo 26 de septiembre, llama a su asistente y se despide con un apretón de manos y sale de la sala casi sin que nos demos cuenta, sigiloso, haciendo gala del apodo que le dieron en Tanzania, Katanga Nuli, “el sigiloso entre las sombras”, su favorito.
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